"Fue quizás el instante de mayor tensión. Eliseo y yo, enfundados en nuestros trajes
espaciales, percibimos cómo nuestros corazones aceleraban su frecuencia, hasta el umbral de
las 150 pulsaciones. El ordenador marcaba las 23 horas, 3 minutos y 22 segundos del jueves,
30 de marzo del año 30"